Argumentó que debido a sus creencias religiosas, no podía
llamar a los estudiantes trans con el pronombre que preferían.
La comunidad LGBTQ+ ha estado en una constante lucha para que
se reconozcan y se respeten sus derechos; en especial con las personas trans.
Los miembros exigen que sean tratados de la misma manera que otras personas que
no pertenecen a la comunidad. Por ejemplo, que se les llame por el nombre que
les gusta.
Pamela Ricard, una maestra de matemáticas de Fort Riley
Middle School se negó a usar los pronombre y el nombre de preferencia de un
alumno trans.
A pesar de que se le pidió en varias ocasiones que respetara
la identidad del joven, la mujer simplemente no quiso, por lo que la
administración decidió suspenderla.
Entonces, Ricard antepuso una demanda porque intentaron hacer
que vi0lara sus creencias y terminó ganando 95 mil dólares. El caso creó gran
descontento entre la comunidad LGBTQ+ pues se falló en favor de la mujer. Esto
implica que ella y muchas más personas puedan simplemente ignorar los derechos
de niños y niñas trans.
El hecho sucedió en Kansas, Estados Unidos y sin dudas sorprendió a todos por el resultado.
De acuerdo con CNN, Pamela Ricard tiene
ciertas creencias religiosas que le impiden llamar a las personas por otro
nombre que no sea el que recibieron al nacer.
Así que se negó a dirigirse como tal a un varón que había
nacido como mujer.
El joven trans solo pedía ser tratado de la manera que se mostraba su apariencia física; es decir, como hombre. Quería que utilizaran los pronombres adecuados y el nuevo nombre que él había elegido.
Sin embargo, la
maestra de matemáticas hizo caso omiso y continuó diciéndole «miss», es decir,
«señorita».
Tras el primer incidente, la escuela le envió un e-mail solicitando que por favor, llamara al estudiante como él lo pedía. Pamela ignoró esta petición y a pesar de que se le hicieron llegar muchos más avisos por parte de la administración escolar, ella siguió sin hacer caso.
Es entonces que decidieron suspender a la mujer tres días
(con goce de sueldo) por haber vi0lado 11 cláusulas de la Política de
Diversidad e Inclusión de las Escuelas del Condado de Geary. Por su parte,
Pamela no perdió ni un segundo y demandó a la escuela por el hecho, convencida
de que ganaría y así fue.
La Corte del distrito de Kansas permitió que la demanda procediera.
Los abogados de Ricard argumentaron que los intentos de la escuela por hacer
que la profesora faltara a sus creencias religiosas atentaba contra su libertad
de expresión. La Primera Enmienda concede el libre ejercicio de la religión; es
decir, que si ella no se sentía cómoda con el uso de pronombres no binarios, no
tendría por qué usarlos al ir en contra de sus creencias.
Pamela Ricard ganó la demanda y recibió 95,000 dólares además
de quedar exenta de las políticas de inclusión de su escuela.
«Nos complace resolver este caso favorablemente en nombre de
Pam, y esperamos que anime a los distritos escolares de todo el país a apoyar
la libertad constitucionalmente protegida de los maestros para enseñar y
comunicarse honestamente con los niños y los padres«, dijo Tyson Langhofer,
director del Centro para la Libertad Académica y abogado de Ricard. «Ningún
distrito escolar debería obligar a los maestros a engañar deliberadamente a los
padres o participar en cualquier discurso que viole sus creencias religiosas
profundamente arraigadas», agregó.
Por su parte, la comunidad LGBTQ+ quedó indignada ante el
fallo. La mujer dijo que su negativa a usar esos pronombres no le hacía daño a
nadie, pero muchos consideran que a ella tampoco le haría daño usarlos.
De hecho, diversos estudios de distintas asociaciones médicas
como la Asociación Psicológica Americana, la Asociación Médica Americana y la
Sociedad Endocrina Pediátrica reconocen la importancia del uso de pronombres
adecuados en la salud mental de los individuos. Y organizaciones LGBTQ+
aseguran que en las escuelas carentes de políticas contra la discriminación de
los miembros de la comunidad; los estudiantes tienden a faltar más a clases.
Esto se debe a que no sienten un espacio seguro para expresarse y no tienen
protección ante casos de discriminación o bullying.
Mientras tanto, Joel Baum, director sénior de la organización Gender Spectrum declaró: «Se trata de los derechos básicos y la dignidad de un ser humano. Tus creencias no te permiten negarte a reconocer quién es un estudiante.»
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