El spleen de
París - Charles Baudelaire
Hay que estar siempre borracho.
Todo consiste en
eso: es la única cuestión.
Para no sentir la carga horrible del Tiempo, que os
rompe
los hombros y os inclina hacia el suelo,
tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud,
de lo que queráis. Pero embriagaos.
Y si alguna vez, en las gradas de un palacio,
sobre la hierba verde
de un foso,
en la tristona soledad de vuestro cuarto,
os despertáis, disminuida
ya o disipada la embriaguez, preguntad al viento, a
la ola,
a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que
huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo
que habla, preguntadle la hora que es; y el viento, la ola, la estrella, el
ave, el reloj, os contestarán: «¡Es hora de emborracharse! Para no ser esclavos
y mártires del Tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar.
De vino, de poesía o de virtud; de lo que queráis.»
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