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Joven crea dispositivo que transforma el agua de mar en potable y al mismo tiempo da luz

 




Se llama Solar Desalination Skylight

Hoy en día, miles de millones de personas siguen viviendo sin agua 

potable para sus hogares, escuelas, granjas y lugares de trabajo. 

La población rural pobre es la que más sufre. 

A menudo se la pasa por alto y, a veces, se enfrenta a la discriminación, 

a medida que intenta acceder y administrar el agua que necesita para cultivar 

alimentos y para su vida diaria.

 

“Los cultivos y la ganadería representan el 70 por ciento de todas las 

extracciones de agua y hasta el 95 por ciento en algunos países en desarrollo” de acuerdo a la FAO

 

Esta novedad puede ser una solución donde no existe agua para el consumo 

y es de fácil instalación en las casas o en los techos de las viviendas.

 

¿Cómo funciona?

La aplicación es sumamente sencilla, es un tragaluz que se implementa en el techo, 

se incorpora agua salada y los rayos del sol hacen todo el trabajo para evaporar la sal.

 

Al tiempo que genera iluminación, también crea el vital liquido.

 

Cuando se pone el sol, la salmuera sobrante del agua del océano se envía 

a baterías de cobre y zinc que producen una carga eléctrica para alimentar 

una lámpara LED interna para uso nocturno. 

Este modelo ecológico hace que los recursos circulen de manera eficiente

a lo largo de todo el proceso.

 

Una idea simple que transforma vidas

La idea de Henry, es sumamente simple pero para muchas personas puede cambiar la vida, 

porque no es el cómo, es el que está resolviendo una situación que la gente 

ya da por hecho que todos en el mundo tienen acceso a los servicios de agua potable 

cuando no es así.

 

“No se trataba de intentar reinventar la rueda de ninguna manera. 

Sino que se trataba de intentar combinar estas ideas simples, que han existido 

durante cientos de años, y aplicarlas en un contexto que no es actual” 

 

Lo han probado en las costas

En colaboración con la ONG local, Henry Glogau pudo instalar su dispositivo 

dentro de la comunidad chilena de Antofagasta. A lo largo de su trabajo allí, 

desarrolló un prototipo que podía producir 440 milímetros o 1,85 tazas de agua potable al día. 

Las 12 baterías de sal en cada tragaluz pudieron generar 9.53 voltios.

 

“Esta fue una oportunidad única para interactuar con muchos de la comunidad local. 

Aquí obtuve valiosos comentarios para ayudar a evolucionar y evaluar la idea.

 

La informalidad dentro de las ciudades es un fenómeno global y debe abordarse 

con urgencia para la creación de comunidades seguras, sostenibles y prósperas. 

Por lo tanto, necesitamos volver a imaginar nuestros entornos de vida de

 una manera sostenible y autónoma”

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