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La manera en que afectas negativamente la autoestima de un niño

 





Algunos padres sueñan con ser perfectos y que sus hijos también lo sean porque quieren lo mejor para ellos. Sin embargo, la perfección no existe. A pesar de que te animen las más nobles intenciones, puedes ser protagonista de situaciones en las que destruyes la autoestima de tu hijo sin saberlo o sin quererlo.

Sobreproteges

Cuidar a los hijos es una cosa, sobreprotegerlos otra. Evitar que puedan hacer por sí mismos las tareas o no dejar que tomen decisiones ni se equivoquen es una fórmula que solo sirve para destruir su autoestima.

Insistes en sus errores

Sin errores no hay aprendizaje. De hecho, vivir se trata de cometer fallos, darse cuenta de ellos y aprender cuál es el camino correcto.

Sin embargo, si en vez de motivarlo a aprender, recalcas sus equivocaciones; ya no solo destruyes la autoestima del hijo, también minas sus posibilidades de aprendizaje.

Lo comparas con otros niños

Con las comparaciones también destruyes su autoestima. Comparar a un niño con un hermano o con otro niño de la escuela o el vecindario es un ataque fulminante.

Un niño no necesita oír de sus padres: “ese amigo tuyo es mejor que tú” o “mira qué buena estudiante es tu hermana”. Así, ni lo ayudas a mejorar ni a esforzarse más; solo le haces creer que es “inferior” al otro cuando, en realidad, es único.

Te burlas o minimizas sus sentimientos

Un niño que se siente mal por alguna circunstancia (no le fue bien en un examen o peleó con un amigo) no necesita que sus padres se burlen o minimicen sus sentimientos. Burlarse es un gesto que hace daño. Y la desvalorización de sus sentimientos lleva al niño a pensar que no te importan sus problemas.

Apagas sus sueños, así destruyes la autoestima de un hijo

Él sueña con ser pianista o astronauta. Pero le dices que las lecciones de piano son difíciles, o que ser astronauta es imposible. Más allá de que tenga o no el talento, no lo alientas a que se atreva o a que destaque sobre lo que consideras los estándares promedio.

Mientras pides al niño que sea “realista”,  también destruyes su autoestima.

Criticas lo que es diferente

Para algunos padres, darse cuenta de que sus hijos tienen características o habilidades distintas a las propias es fuente de duras críticas contra ellos. Estos padres suelen querer que sus descendientes sigan sus mismos caminos y, al percibir las diferencias, arremeten con críticas y descalificaciones.

Humillas y ofendes

Cada vez que usas frases como “no sirves para nada”, “lo haces todo mal”, “nunca prestas atención”, “eres un inútil”, etc. Estás tomando la humillación y la ofensa como forma de corregir a un hijo.

Si sigues este camino, lo cierto es que la destrucción de su autoestima está garantizada.

Esperas y exiges el éxito

Quizás le exiges calificaciones elevadas y no toleras que no lo logre. En este sentido, se podía decir que mides sus capacidades en función de la nota que aparece en el boletín escolar. Pero no valoras el esfuerzo que realiza, ni el compromiso ni la responsabilidad.

Si fracasan o se equivocan, no buscas entender las razones. Prefieres renegar de sus capacidades y, en los casos más extremos, hasta de la propia paternidad o maternidad.

Exiges obediencia absoluta, así también destruyes la autoestima de un hijo

Según un estudio desarrollado en 2016 por la Universidad Estatal de San Petersburgo, los padres controladores que no admiten más que la obediencia ciega son negativos para los hijos.

Es cierto que los niños deben cumplir las normas, pero también tienen derecho a opinar y a que su punto de vista sea escuchado. Si no aceptas su carácter independiente o su voluntad, no solo destruyes la autoestima de tu hijo con empeño; sino que, además, atentas contra el vínculo que os debería unir.

No tienes palabras de orgullo para él

¿Te cuesta decirle “te felicito” o “qué bien lo hiciste”? Quizás creas que si lo alabas lo volverás vanidoso, o que los elogios son innecesarios cuando los hijos hacen lo que se espera de ellos.

Sin embargo, las palabras de aliento son el estímulo que necesitan los niños para saber que lo están haciendo bien y continuar mejorando. No debes emitirlas porque, al contrario de lo que quizás pienses, son necesarias.

Lo ignoras

Algunos padres y hasta “asesores” de crianza indican que a los niños hay que ignorarlos como fórmula para corregir un mal comportamiento, una rebeldía o una rabieta.

Pero la realidad es que para un hijo es doloroso que su padre o madre lo ignore. Y esto le enseña que no merece la atención de las personas que más ama.




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